Puseta apareció en su colonia arrastrando las patas traseras, probablemente tras haber sufrido un atropello. Su miedo y su intenso dolor la llevaban a esconderse y a evitar el contacto, pero gracias a la paciencia de varios voluntarios pudimos rescatarla y llevarla de inmediato al veterinario.

Tras sedarla y realizarle radiografías, se confirmó que tenía la cadera completamente fuera de su sitio y necesitaba una intervención urgente para recolocarla. Por suerte, la cirugía salió bien y Puseta comenzó a recuperarse rápidamente.

En cuanto el dolor disminuyó, su carácter cambió por completo: la gatita desconfiada dio paso a una panterita dulce y agradecida, que busca mimos y compañía en cuanto te acercas. Puseta sabe que está a salvo y disfruta de los cuidados y la atención que merece.

Hoy es una gata cariñosa, tranquila y muy noble, lista para conquistar a cualquiera con su mirada tierna.